domingo, enero 29, 2006

Capítulo 2: La mujer de los ojos del diablo.

Allá fueran todos, hasta el mismísimo infierno, con unas sonrisas bien amplias y ensangrentadas del último abordaje. Simplemente porque eran bucaneros del Rapsodia, la goleta comandada por el capitán Tim. Cuchillo aun no lo sabía, pero el momento del odio no demoró.

Bajo la mirada de la mujer --hubiera dado la vida por que ella no lo viera hacer lo que estaba haciendo-- acabó lo más rápida y limpiamente el sucio trabajo que, como grumete pirata, no le quedaba más remedio que acatar. Decidió que la única manera de no apagar esos fuegos de la mujer sería presentarla a la tripulación como parte del botín. Confiaba en que tan estricto capitán sabría mantener aquel cuerpo a salvo de la depravación de los salvajes que llevaban el barco.

En realidad lo único que esperaba era que el capitán se la apropiara como tesoro personal. Eso hubiera bastado.

De manera que allí se presentó él con ella y, sin mediar palabra, avanzó decidido por la tabla de bordaje hacia el Rapsodia, la nave de dos mástiles y medio que todo el mundo conocía por Putafosca. Miró al capitán, esperando que él entendiera. Y tanto que le entendió. El capitán Tim no era ningún salvaje capaz de matar a aquella señorita. Tampoco cometió el error de darla a la tripulación. En vez de todo esto, esperó a que la dama estubiera a un paso de la borda. Se hizo el silencio, miró de nuevo a Tomás con una mirada interrogativa y, sin ceremonia ninguna, empujó a la mujer al agua.

Uno de los 5 hermanos Murillo, gitanos encargados de la gavia en lo alto del barco y parte de los cañones, rió algo entre dientes, y todos volvieron a la faena como si no hubiera ocurrido nada. Por supuesto, traer mujeres a un barco traía mala suerte; eso era indiscutible. Alguien preguntó por los hombres que Cuchillo acababa de matar, y pronto se supo que acababan de ser degollados por el recien llegado. Tampoco eso causó un gran revuelo. Sin embargo, Tim lo llevó de inmediato al puente de mando para contarle una historia.
Entre los brutales corsarios del Putafosca, todo empezaba en esa historia.

2 Comments:

Blogger Amarth said...

Al final me has ahogado a la tia...
Weno a ver como continuo ahora

3:57 p. m.  
Blogger Bru Ponç said...

Mmmm... Ahogado no. Solo la heché fuera del barco. No sé lo que pasó después.
Además no fui yo, sino el Capitán. Jeje.

5:10 p. m.  

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