domingo, enero 29, 2006

Capítulo 3: Cabeza de tiburón

El camarote del capitán, se encontraba presisido por un enorme escritorio de madera de caoba con incrustaciones de plata en los bordes y las patas, que estaban talladas de forma recordando a las de un leon, dando el efecto de que la mesa se preparaba para lanzarse hacia el invitado, era sin duda escritorio de un negociador agresivo, supuso Cuchillo. El otro elemento a destacar era el objeto colgado tras el sillón del capitán, era la lanza de Arwulgis, uno de los más grandes tesoros que podía obstentar cualquier pirata, como había llegado aquel tesoro a las manos de "cabeza de tiburón" era algo que Cuchillo desconocía, la lanza de la más adorada sacerdotisa de la Luna creciente en manos de un pirata, era bien seguro que los dioses tenían poca presencia en la Rapsodia.

- Sientate Cuchillo - ofreció Tim alargando el brazo al tiempo que el mismo se sentaba en su enorme sillón. Una vez Cuchillo se sentó, el viejo Tim se desprendió del sombrero revelando una larga cabellera gris que le caía por los hombros.
- ¡Por todos los vientos que he visto pocos piratas como tu Cuchillo!,- exclamó el capitán,- te has ganado una buena reputación entre todos esos desgraciados en pocos días, porque oh si Cuchillo, nadie querría tenerte como enemigo. Debes saber eso sí que estoy disgustado, no por tu actuación con esos dos hombres, no cumplierón sus ordenes y los traidores no merecen otra cosa que la horca, sino por la mujer. Por muy blanca que sea su cara o muy tersa su piel, ninguna furcia de una mision vendra a para a la Rapsodia, así que la próxima vez cuidate de ofrecerme esos regalos.
- Eso es todo Cuchillo- termino el capitán al tiempo que le hizo un ademan con la cabeza para que se marchara, inclinandose para sacar un vaso y servirse un buen trago de ron. - Ten cuidado de ahora en adelante cuchillo, pese a que son muchos los que te temen, son más los que te odian, no me gustaría perder un hombre como tu.

Cuchillo salio del camarote al tiempo que juzgaba al capitán, ¿era aquello una amenaza, consejo o reconocimiento?, aquel puto viejo se tenía su fama bien ganada. Se dirigio al lugar por el que había caido la mujer, ¿conseguiría el mar apagar aquellos ojos?, lo dudaba, más aun despues de ver que la cuerda que habia escondido a la vista de todos y de la que colgaba la diablesa que seguía intacta. Dos días hasta el próximo atraque le dijo, su vida estaba en sus propias manos, no había nada más justo para un pirata.
Mientras se dirigía a su puesto se cruzo con Jieggel y es que con aquella cabeza gacha, que le creaba una gran joroba y unas mangas que le llegaban al suelo, nadie hubiera dicho que era uno de los mejores asesinos del barco. Jieggel le dirigio la mirada apenas un momento, pero Cuchillo entendio lo esencial, tenía que andarse con cuidado, a aquel hombre no le gustaba la competencia. Una vez recuperado de la tension del encuentro Cuchillo llegó a su puesto donde encontro a su buen amigo, abandonandose a un momento de relax despues de aquel beneficioso abordaje.