martes, febrero 28, 2006

Capítulo 35 : La garla de la bruja

Cabeza de Tiburón agarró por el cuello a la bruja y la situó justo enfrente suyo. Regueira lo vio llegar, pero no tubo el tiempo de hacer nada cuando este le estampó el puño en la cara. No un puño imaginario, si no uno real que pese a hacer el mismo daño daba a la bruja una idea sobre lo qeu venía después.

De haber sido plasmada en un lienzo o en un tapiz, aquella escena hubiera sido censurada en cualquier cultura: Una anciana exausta y llena de barro, tendida en el suelo; y un hombre de vigote y perilla, vestido con pulcritud, sentado encima de ella como quien se sienta en un taburete. Tim, prevenido pese a todo, mantenía el filo de su sable en el pescuezo de la mujer y la mirada tranquila hacia el local donde Cuchillo estaría intentando perder todo el tiempo que pudiera.
Cualquier otra anciana con un hombre sentado en su estómago hubiera empezado a gemir, o intentar gemir. Regueira no lo hizo. Y no era por que el cuerpo de ella fuese diferente al del resto de mujeres, o eso creía el capitán. Solo con esfuerzo consiguió girar una cabeza y ver a Neria desde el suelo.
--¿No se lo vas a decir, muchacha?
--¿El qué? --Contestó Neria.
--Ya sabes, lo de vuestro barco. En esta posición yo no puedo hablar mucho.
La joven se volvió con cara comprensiva y nerviosa hacia Tim, y le contó lo que Cuchillo y ella acababan de oir sobre la situación del Rapsodia. Cuando acabó, el capitán asintió gravemente.
--¿Te comunicaste con el Governador? --Preguntó a la vieja.
--Tal vez. --El capitán busco una piedra con la mirada, y cuando encontró la que quería dijo a neria que se la diera. Cuando la tubo en la mano, sacó una navaja y la abrió. --¿Qué vas a hacer?
--Voy a cambiarte un ojo por esta piedra.
La bruja rió por un momento, y al poco quedo en silencio otra vez. Resultaba curioso que la bruja se hubiera dejado atrapar tan fácilmente, pero el capitán no se amilanó por ese hecho. Tampoco por que tal vez la mujer fuera inmune al dolor, o por que algunos de sus hombres podrían estar observando, con ordenes de no actuar. Tal como sucedió unos años antes con su hermano, la bruja podía fingirse presa cuando era el predador.
--No.
--¿No, qué?
--No hablé con el governador. ¿Cómo hubiera podido hacerlo?
--Dímelo tú, esposa de Satanás.
--No fue él quien me dijo que rondabas cerca, si no alguien de mi propia casa. Y no es difícil imaginar que barco y capitán no se alejan nunca el uno del otro. Cuando me informaron de que cinco barcos de Golden habían sido vistos desde la costa, todo me empezó a cuadrar.
--Mientes. --Espetó Tim.
--Tal vez. Y no me amenaces de con eso de quitarme los ojos.
--No te he amenacé, te dije lo que iba a hacer.
--Pregúntame ya lo que quieres saber, creo que me estoy empezando a cagar. --Rió la bruja, y con la risa soltó un pedo.
--¿Qué representa el medalón?
--El amor que aun sientes por tu hermano muerto.
--¿Que representa para ti?
La bruja permaneció un momento seria, sin encontrar las palabras. Al cabo respondió:
--Representa mi salvación.
--¿Gozarás de mayores privilegios en el cielo o en el infierno por recuperarlo?
Tampoco esta vez contestó de inmediato la bruja. Al principio incluso pareció compadecerse de la ignorancia del capitán, pero de nuevo encontró las palabras, y contestó comprensivamente:
--En cierta forma, aunque no en el cielo ni en el infierno. El medallón está ligado a otro sitio...
--Sí, ya imagino qué sitio: el Mar Carmesí.
--Así es.
--¿Así que es una especie de galón? Nunca lo hubiese podido imaginar. El medallón es el símbolo de algún título de noble del Mar Carmesí.
--Igual que un anillo real acredita a un varón, duque, o conde, aquel medallón perteneció a un poderoso nearca, tal como son denominados los grandes capitanes en esas aguas. Yo misma vi caer al dueño, y acabé haciendome con él en mi juventud. Aunque parece que desde hace unos años el medallón aun está buscando un amo digno, ¿verdad? A estas horas ese trozo de metal estará sembrando las más oscuras ambiciones en el juego de los nearcas.

Se hizo un silencio en aquel momento. Un silencio peor que el ruido de la alerta, como la tensión previa a un disparo de cañón. Se oía la respiración de la bruja. Se olía miedo en aquél instante. Mierda. El capitán dejó de jugar con la piedra entre sus dedos, como llevaba haciendo. Lo peor de todo era que torturar aquella mujer no tenía ningún sentido, ni siquiera se sentiría mejor. Ni siquiera estaba seguro del porqué la odiaba tanto.
Visto desde otro ángulo, era eso lo que necesitaba: razones para odiarla.
--Tú has estado en ese lugar. --La bruja asintió, esperando la pregunta. --¿Cómo lo encontraste?
--¿Que cómo lo encontré? Vaya, jovencito, eso tiene gracia. Yo nunca encontré el Mar Carmesí.
Sin ningún aviso previo a lo que Tim le pareció una perdida de tiempo, el capitán acercó el filo al ojo derecho de la bruja, y pinchó. La bruja sin embargo no moderó su discurso, mientras seguía hablando. --Yo nací en el Mar Carmesí.
--Dime cómo puedo ir yo.
Realmente era doloroso que aquella monstruosidad que era Regueira no pareciese sentir dolor. Cabeza de Tiburón pellizco el parpado, y conmenzó a clavar el filo entre la globo ocular y la carne.
--A veces deseo volver, jovencito. A veces... --La bruja empezaba a ausentarse mientras hablaba.-- mis viejas carnes desean retornar a esas aguas y esas costas...
--¡Dime ya cómo he de volver yo!
--...Y volver a ver a aquél hombre. Por eso te dije que el medallón era mi salvación.
--Tus hombres no van a poder hacer nada por ti cuando te haya matado.
--No entiendes nada, jovencito.
Entonces Tim entendió, mientras destrozaba el ojo derecho con la navaja. Neria lo hizo incluso antes, adivinando lo que iba a suceder, pero no hubiera servido de nada avisarle. Durante el combate mental, las dos brujas usaron ese tipo de magia sencilla, en el que se pueden tranmitir sentimientos e ideas, solo con el contacto ambas. La quimera mental era tan real que Regueira había sido realmente golpeada dos veces por el capitán, y ahora apenas podía moverse. Pero la anciana sabía algo más. Había aprendido lo que no se debía aprender y mucho más.
La bruja no había gritado por que no sentía dolor, pero ese dolor era una poderosa mercancía. Regueira la había estado acumulando y cuando creyó oportuno, dejó que fluyera hacia el capitán, que tampoco chilló. Imaginar cosas y transmitrilas era una cosa. Guardar dolor y transmitirlo era otra. Era así que la bruja no dejó brotar el dolor en forma de chillido en el cuerpo del capitán.
Era así que la bruja podía causarle el trauma suficiente como para que el capitán siguiese implantando la piedra en la cuenca y sentir él mismo el dolor. Y no poder gemir con toda el alma.

--Tim Cabeza de Tiburón... hace tiempo que andaba buscando a alguien a quien contar mi historia. Y tú querías escucharla. No decepciones a esta vieja moribunda y escucha con toda el alma, porque solo así entenderás bien lo que aun he de contarte.

5 Comments:

Blogger Bru Ponç said...

Dejé abierto lo del desalojo del ojo de Regueira por parte de Tim. Así que no se sabe aun si la bruja estará viva o muerta. O si tal vez si luzca una hermosa piedra como ojo.

Estaría bien que alguien dijera algo al respecto de este descuido deliberado de narración en próximos capítulos.

11:10 p. m.  
Blogger Amarth said...

Me lo lei hace un webo, pero no lo he continuado porque estaba pensando bien como continuar.

Lo de l ojo es lo de menos de todas maneras deberia ser un poco más traumatico, y yo le hubiera sacado más enformacion. enga pues !!!!!!!!

6:54 a. m.  
Blogger Bru Ponç said...

Sí, yo tambien pensé que podía haberle sacado mas información, e incluso se me había ocurrido que la bruja podía hacerle "algo" a Tim, pero al final pensé que quedaría el capitulo demasiado largo...
Claro que tambien podría dejar abierta la garla para el siguiente capítulo... ¿Y si cambio el final?

2:35 p. m.  
Blogger Bru Ponç said...

Capítulo modificado.

8:26 p. m.  
Blogger Amarth said...

Uohh cambios en la garla pues ala ara escribire

1:43 p. m.  

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