martes, marzo 28, 2006

Capítulo 42: Prisionera

El sol brillaba intesamente en lo alto del cielo ofreciendo una impresionante panorámica del paisaje. Mar alrededor de todo el barco engullendolo cual mosquito ser tratara junto a los dos barcos que les perseguían en aquellos momentos. Desde que la diablesa había comenzado su tratamiento, practicamente la totalidad de los enfermos se habían recuperado del todo aunque aun debían seguir tomando la extraña mediacación algunos días más. Esto significaba que podrían haber sacado lo mejor de la Rapsodia y haberse zafado de sus perseguidores, pero esa no era la intención de su actual "capitán". Los barcos de Golden sunrise sospecharían dentro de poco de la presa, ya que estos llevaban varios dias sin arrojar cadaveres de enfermos al mar, esta incertidumbre podría llegar a provocar problemas pensó Edrik, había que meter prisas a esos depredadores.
-- Subid a la prisionera y atadla donde nuestros amigos puedan verla. - le pidió Edrik a Jobbes el cual obediente se afano en cumplir la petición de su superior.

Lady Anna era la preciosa hija del capitán, con su cabellos dorados ondeando al aire y sus rosadas mejillas iluminadas por el sol. Hubiera ofrecido una visión casi divina sino fuera por la cantidad de moratonesy raguños que había recibido en su cautiverio y el hecho de que estuviese atada completamente desnuda al mastil de proa. Al menos la moral de los hombres, ahora con dos mujeres abordo no podría haber mejorado más, nada como una ratita para entusiasmar al ratón.
--¿ Como se encuentra princesa?, como puede observar, le estamos concediendo una suave descanso arropada por la brisa primaveral. - se dirigio jocoso Edrik a la prisionera.
-- Sois despreciable pirata, el infierno se os quedara pequeño cuando os juzgue nuestro señor. --respondio esta, intentando guardar la compostura.
-- Alegrese princesa, sus amigos no tardaran en darnos alcance, con un poco de suerte puede incluso ser rescatada. -- exclamó Edrik para despues marcharse con una gran sonrisa en los labios.
Anna miró el horizonte y vio allí a sus perseguidores, más no sintio esperanza sino lástima por lo hombres que ellos, ya que indublemente iban hacia una trampa. Cuando se quiso dar cuenta una mujer se encontraba aus lado acariciandole la mejilla mientras el broche que llevaba en la cabeza brillaba intensamente.
-- No me gustaría estar en tu piel, mujer, pero piensa que puede que no estes tan lejos del fin, para bien o para mal.

La noche se había arrojado sobre ellos y quedaban apenas un par de horas para llegar a la nueva isla. Edrik habia cargado dos botes con todos los hombres que pudo y 4 cañones, confiando en que serían bastantes para imponer una resistencia y apoyo feroces. Entre los hombres destaca el recién adquirido esclavo, que liberado había resultado ser un guerrero fuerte y capaz.
La misión de este destacamento sería atravesar la isla y montar un fuerte de donde dispararían tranquilamente a sus perseguidores para apoyar el fuego y ataque de la Rapsodia. Segun les había informado la mujer el lugar perfecto para el asentamiento sería un golfo rocoso que se formaría en breve despues de la aparición de la isla. Edrik les había avisado de que tendrían que conseguirlo en menos de un dia, ya que todo debía estar coordinado. La batalla duraría poco si todo salía bien, despues habría que lidiar con otros problemas más graves y que pesaban en la mente de los que habían negociado con la enviada de los lobos.

miércoles, marzo 22, 2006

Capítulo 41: Visitantes

Se hallaban allí Miguel Pinedo, el Capitán Tim, Tomás Cuchillo, Jordi, Akil, Jieggel, Neria, y los tres brutos que completaban la compañía, todos a la espectativa de aquella llamada a la puerta del zapatero. Una mirada interrogativa del capitán estimuló rauda la lengua de este.
--No espero a nadie, y de los que saben de este lugar nadie me vendería.
Cuchillo sintió temor al principio, pero solo por un corto instante. Después hechó un vistazo al rededor y se sintió mucho mejor: Nueve hombres fuertes, ocho de ellos piratas, y una bruja no caerían facilmente. Veinte manos con la disciplina de la muerte no venderían barata su vida. Cuando Pinedo fue a abrir la puerta, solo él y cuchillo quedaron en escena. El resto habían desaparecido.

Dos hombres, uno más adelantado, ambos con la mano en la espada enfundada, aparecieron a la otra parte. Cuchillo no tardó aquél en el qeu había entrevisto el escudo de la casa heráldica portuguesa, y que acabó comprando la lanza d Alwulgis. Vestía con la sencillez del noble encubierto, rematada la imagen con aquél embozo que cubría la mitad inferior del rostro. Los ojos y la postura, sin embargo emitían confianza y un punto de emoción amistosa.
Un paso detrás de este, a la distancia justa en la que podría interponerse de un ataque a su protegido, se erguía un hombre vestido con peto visible de acero y yelmo sin visera. Las extremedidades quedaban cubiertas por trapos abultados de colores, y aunque el rostro tambien quedaba más en el secreto que a la luz, el aspecto general era el de un soldado al servicio de los conquistadores en las indias.
--Buen día --dijo el de aspecto de noble encubierto dirigiéndose mas a Cuchillo que a Miguel--. Aunque aun no me conoceis, imagino que me recordais por la subasta.
--Bien os recuerdo. ¿Cuál es el motivo de esta visita y cómo me habéis encontrado?
--¿No me preguntaréis primero quién soy?
--Prefiero saber si venís a matarme y con qué recursos contaríais para ello.
--Estate tranquilo a ese respecto. Solo somos dos --dijo con una risa amigable, señalándose a si mismo y su guardaespaldas--. Nada podríamos contra una cuadrilla como la que en esta sala se esconde. Al respecto de cómo hemos encontrado este lugar, hemos tardado dos días en dar con ella. Cualquier hombre con influencia y astucia hubiera descubierto al único amigo que Cabeza de Tiburón pudiera tener por aquí.
--No cualquier hombre. ¿Quién eres tú?
Esto lo dijo el zapatero, reprimiendo mirar hacia las vigas donde se escondía el capitán. En vano, ya que el capitán salió en ese momento pistola en mano. El visitante, sin mostrar más sorpresa que complacencia, no tardó en responder.
--¿No me invitaríais primero a pasar?

Resultó que aquél hombre decía ser sobrino del desaparecido Sebastián I, monarca de Portugal de la Casa de los Aviz. Sin embargo, en su habla no se desprendía aspiración ninguna de quitar el cetro a los Austria, y ni siquiera dio más importancia a su propia estirpe. Su nombre, era Alfonso: Alfonso de la Nocheterna, para servirle a Dios y a usted.
Para sorpresa de cuantos había allí, el guardia perenne no era exactamente tal. En todo caso, para empezar, hubiese sido la guardia; tal como descubrieron cuando aquél rostro de indudable femeninidad se acercó a la luz. Pero entre ambos se había establecido una relación que superaba el negocio. Tampoco eran dos enamorados, y más parecían dos camaradas fieles en la aventura libre que eran sus vidas. Lire era el mote de ella.

--Somos dos Lobos del Mar Carmesí. --Dijeron sin reparo. --Tan humanos como vosotros y tan libres como todo el mundo quisiera.
--Monarca, Lobo del Mar Carmesí, y humano... demasiadas cosas dice ser usted al mismo tiempo. --replicó Tim.
--Sobre la corona nunca guardé ambición. La monarquía que llevo en la sangre no la pude elegir ni di importancia nunca. En todo caso de nada me sirve en el oficio.
--¿Y qué oficio pueden tener dos Lobos como vosotros?
Fue la mujer la que contestó.
--Servirle a usted de ayuda. Habrá comprovado ya que pocas cosas escapan a nuestr visión.
Tim, que no acababa de creerse todo aquello, lanzó una pregunta con sarcasmo.
--¿Y llega esa visión hasta nuestra embarcación cuyo nombre ya conoce?
--No solo eso. El Rapsodia --Alfonso no dijo Putafosca-- le necesita a usted y al resto de hombres en este mismo instante, y creo que yo podría llevarle... si confía en mí.
--No sé cómo pretende que yo confie en alguien como usted. ¿Qué provecho saca usted de todo esto? --Antes de que cualquiera de los dos contestara, él se adelantó.-- Ayudarme en la misión que la bruja me dió es ayudar a los Lobos. Además Cuchillo acabó dándoos a vosotros la maldita lanza. Últimamente empezais a joderme. Y sé que no sois dioses.
Lire se puso seria en ese momento.
--Ya dije que somos tan humanos como usted --dijo, aunque esta vez se deshilachó en la frase un tono de inseguridad--. No crea que controlamos todos los elementos. Es por eso que necesitamos que venga, aunque si quiere que le sea franca, sospecho que no todos le quieren vivo.

Todos en la sala centraron la vista en el capitán, especialmente Neria. Fue en cambio Cuchillo, deobeciendo la disciplina, quién no pudo reprimir un gruñido:
--Ya tenemos, mi capitán, una pata metida en ese charco del infierno. Si hemos de acabar hundidos enteramente, más vale que seamos nosotros los que nos zambullamos; aunque sea para averiguar que clase de diablos nos tienen agarrado. Considérelo la mejor pesca que pudieramos imaginar

martes, marzo 21, 2006

Capítulo 40: Negociación

Desde que había entrado la mujer en la habitación la tension podría haberse cortado. Edrik se encontraba sentado en el lugar del capitán como de costumbre, mientras que Garius se econtraba de pie a su derecha y Jobbes observava nervioso a la mujer desde la izquierda. Jobbes hacía las veces de navegante y hombre de confianza de Edrik aunque era bueno en su puesto, la presión podía hacer mella en el.
-- Se clara mujer, no tenemos tiempo para perspicacias. --dijo Edrik y su voz sono segura, tal vez porque aquello tenía algo de amenaza en vez de petición.
-- Me parece bien pirata.- puntualizo ella mientras sus ojos, sonrisa y el broche que llevaba en el pelo brillaban conjuntamente. -- Tenemos intereses comunes y os proveere de información que os hara salir de la penosa situación en que os encontrais.
-- ¿Que tipo de información es esa?
-- Conozco el remedio de la enfermedad que esta diezmando sus filas y se donde aparecera una nueva isla dentro de dos dias.
-- ¿Una isla?, me estas diciendo que va a aparecer una nueva isla de la nada. -- la voz de Edrik iba perdiendo la seguridad para volverse burlona. -- Parece que degollarte va ser un castigo demasiado suave por burlate de nosotros.
-- Para nosotros los "lobos" no es algo imposible.

Fue como si un rayo hubiera caido en la habitación en aquel momento, los piratas se sintierón si cabe mas intimidados que antes. Edrik entonces pensó que si la mujer trabajaba para los lobos bien podía ser cierto lo que proponía y su mente comenzo a dar rienda suelta a la estrategia. Gracias a la supuesta isla podrían ogrecer una buena resistencia. Si el tiempo acompañaba podian llevar a las naves encallar, podían atrincherarse dentro en la isla o (y esta opción era la que más agradaba a Edrik) podrían descargar unos cuantos hombre en la playa sin ser visto y con unos cuantos cañones para que sorprendieran al enemigo por la espalda, para despues arremetar con la Rapsodia. Habían pasada de la segura perdición a una más que posible victoria.
-- Como se que no mientes.
-- ¿Un pirata pidiendo honestidad de alguien? --pregunto la mujer mientras no podía aguantar las carcajadas.
-- ¿Y en cuanto a la enfermedad?
-- A eso puedo responderte, la enfermedad que os esta matando se trata de un hongo parasito que se alimenta de la carne de sus victimas, con el tratamiento adecuado podrías curar a tus hombre en apenas unas horas. Aunque la recuperación sera más rapido.
Edrik miró a Garius, al cual le costaba controlar la compostura. No había consa que odirara más el médico que mirar como un hombre moría sin poder hacer nada, hubiera vendido su alma al diablo por el remedio.
-- ¿Cuales son tus condiciones? -- pregunto el tercero al mando y en su voz se notaba que había sido derrotado.
-- Dado que tambien me interesa acabar con los barcos que os persiguen, hecho que te dara una fama sin creces en este barco y que hara más facil que me otorgues el resto de mi petición. Quiero la vida del capitán.
De los tres piratas el más joven perdio la compostura y saco su espada, pero Edrik lo sostuvo antes de que pudiera arremeter. La cabeza del pirata esta llena de contradicciones en ese momento, hace dos dias no hubiera dudado en actuar como el joven, pero ahora estaban con la espada contra la pared. Vender al capitan era el crimen más grande que podia cometer un marinero, nada bueno podría salir de todo aquello, tal vez no tuvieran otra oportunidad de salir vivos de aquella.
-- Acepto la condiciones, te entregaremos al capitan.
-- Muy bien pirata. -- dijo la mujer y su expresión se retorcia de felicidad.

martes, marzo 14, 2006

Capítulo 39 : El ojo del capitán

La casa de Miguel Pinedo era uno de esos refugios discretos y tranquilos. De muros anchos para mantener el fresco en los días del estío, y con espacio para una familia que el zapatero caído en fortuna no poseía. Durante las dos noches y un día que el capitán permaneció inconsciente en un camastro de aquella casa, la hospitalidad bien pagada de aquél que fuera compañero de fatigas de Tim, fue todo lo que tubieron.
Eso, y el resto del oro conseguido por la lanza; aunque tal cosa, al contrario de lo que cualquiera hubiera podido imaginar entre piratas, no bastaba ahora para alzar el ánimo de nadie. El hecho era que Cuchillo habiese podido sacar algo más de oro --nunca sabría cuanto-- si hubiese vendido la lanza de Alwulgis al de la casa de los Austria, representada de forma directa o indirecta por el duque de Lerma. Fue, en cambio, el joven embozado del escudo de los Aviz quien por caprichos del destino acabó llevándosela, cuando Cuchillo comenzó a tener la certeza de que algo no acababa de ir bien fuera de la casa.
Y los malos presentimientos tenían la mala suerte de hacerse realidad: cuando Cuchillo, Akil, Joordi y Jieggel disolvieron la subasta y llegaron al oscuro callejón, el capitán aun permanecía tumbado entre estertores, sangrando sin herida ninguna por un ojo que aun en casa Miguel Pinedo no había vuelto a ver. A Neria la encontraron desmayada a pocos pasos de Tim, y de la bruja no había más rastro en la escena que la sangre derramada cuando el capitán comenzó a perforarle el ojo.
No tubieron tiempo de buscarla, teniendo que correr a refugiarse a la casa del zapatero con el capitán inconsciente y la joven bruja apenas sosteniéndose.

El dia siguiente transcurrió lento y tenso. Akil intentó dar con el Rapsodia, que había de esperar en un puerto discreto de las afueras de Lisboa. Mas el barco, para desesperación del moro primero y del resto después, no parecía estar ni allí ni en ninguna otra parte, salvo en el fondo del mar hundido por barcos de Golden Sunrise.
No hubo manera de que el capitán despertase, hasta que lo hizo por sí mismo a la noche siguiente. Ocurrió poco antes de las primeras luces del alba, entre sudores de una histeria incomprensible que parecieron eclipsar el alma del capitán. Tal como Neria intuyó después, la bruja Regueira podría haberlo encantado para así decirle lo que le tenía que decir: La historia de su vida y el lugar que él mismo ocupaba en sus planes.
Por útimo. estaba el asunto del ojo derecho del capitán. No parecía haber en él daño alguno, y justamente eso era lo más extraño, porque no podía ver nada en absoluto con él.

Vuélveme a contar lo que pasó. --ordenó el capitán a Neria
--¿Qué parte no entendiste? Tú estabas urgando en su ojo con la navaja. No debía gustarte mucho aquel ojo, cambiándoselo como estabas por la piedra. Y entonces, Regueira debió pasarte a ti, cuando ella creyó oportuno, todo el el dolor que tú le estabas provocando.
--Y no solo eso --murmuró Tim entre dientes--. Tambien me transmitió lo que me quería decir, y ciertamente lo vi con mis propios ojos.
En eso momento cerró el ojo izquierdo y pasó la mano por delante suyo. Seguía sin ver nada.
--Lo que no entiendo es qué me hizo en el ojo, siendo el suyo el que cabó deshecho.
--Yo misma tampoco lo sé. En comparación con Regueira, apenas sé nada sobre magia.
--Te recuerdo que la derrotaste.
--Eso, mi capitán, te lo debo en parte a ti --dijo Neria recordando como le había arrojado a Cabeza de Tiburón como última carta en la pelea mental.
--Dime lo que sepas o te imagines.
La joven se quedó pensando, con las cabeza apoyada pesadamente en las palmas y al cabo dijo algo que el capitán ya había pensado antes.
--Tú le estabas urgando a ella en el ojo. Todo su dolor estaba allí, así que cuando ella te lo pasó tu ojo no pudo aguantar.
Se hizo un silencio más. En verdad no sabía Neria qué mal habría podido afectar al capitán, y pudiera ser que lo qeu acababa de decir fuese verdad. Sin embargo, no era todo lo que se le había ocurrido pensando en aquello, y ya había empezado a imaginar otras posibilidades: un ojo, al fin y al cabo, servía para ver, pero no siempre se ve lo que uno se espera. Muchas veces incluso, ocurre que no sabemos ver y la imagen se descubre solo cuando se aprende a utilizar un ojo que ha dejado de ser normal. Todo podía ser, estando Regueira de por medio. Como tambien podía ser que el capitán volviera a recuperar la visión normal de un momento a otro.

Había problemas de más dificil solución que ese. Como el hecho de estar separados de Rapsodia, y tambien sin noticias ni posibilidad de obtenerlas. Edrik conocía la casa del zapatero, y acudiría a él si tenía que buscar al capitán. Era cuestión de astucia y, sobre todo, de paciencia.
En aquel momento llamaron a la puerta.



domingo, marzo 12, 2006

Capítulo 38: Motín

Al amanecer del siguiente día Edrik fue avisado de que bajara rapidamente a la bodega donde estaban los prisioneros, pues algo terrible había ocurrido. Cuando el tercero el mando llego allí, observo que todos los esclavo menos uno que habían intercambiado estaban muertos. Unas extrañas manchas blancas habían surgido de sus cuerpos, para despues estallar derramando toda la sangre del individuo infectado. Cuando llego Garius y examino los cuerpos, le comento a Edrik que no reconocía el mal que podía haber matado a aquellos hombres, pero lo más recomendable sería deshacerse de los cuerpos para evitar posibles infecciones. Mientras los cuerpos de los esclavos se alejaban en el horizonte mientras eran devorados por los tiburones, el vigia avistó dos naves en el horizonte.

Le habían engañado. Edrik reflexionaba rapidamente, tenía que moverse deprisa. Posiblemente los esclavos estaban enfermos de algun tipo de mal desconocido, que infectaría rapidamente a todos los hombres a bordo con el objetivo de matarlos o hacerlos maás debiles ante un ataque. Y la Rapsodia tenía demasiados enemigos ultimamente. Dos barcos tenían demasiada potencia de fuego como para ofrecer resistencia, tenían que ganar algo de tiempo mientras las condiciones cambiaban. Edrik ordeno la retirada, con un poco de suerte conseguirían huir de aquellas naves.

Al cabo de dos dias de persecución, los cazadores de la Rapsodia no habían conseguido su objetivo, y a bordo de esta última la situación era caótica. Más seis hombres habían sucumbido a aquel mal, no tenían medios para curarla pero parecía que no era tan eficaz como parecia en un principio, mientras estuvieran sanos y bien alimentados conseguirían frenar su avance. No obstante, la discordía crecía entre los hombres, quedaban pocos alimentos pues habían arrojado la mayor parte de la mercancía para conseguir perder algo de lastre, y la imposibilidad de parar a reabastecerse no mejoraba la situación. Aquella noche mientras Edrik miraba las distintas cartas de navegación tres hombre de abordo se presentaron en el despacho, multiples manchas blancas cubrían gran parte de su cuerpo y estban armados con espadas y navajas, no había que ser muy perspicaz para ver sus intenciones. Edrik extrajó sus dos pistolones que redujeron las caras de los dos primeros piratas a pulpas de carne, el tercero sorprendido ni susurro cuando la hoja de Edrik atravesó su garganta.

Mientras Garius ayudaba a retirar a Edrik los cuerpos de los amotinados y arrojarlos por la borda, bajó la mirada atenta del resto de la tripulación pudieron percibir la tensión que se cernía en aquel momento. Edrik no poseía la dotes de mando del capitan, si aquello seguía así un motin sería el menor de sus problemas. Fue en ses momento cuando percatarón en una figura que se erguia en la barandilla, sus ojos centelleaban en la noche.
-- Creo que necesitais mi ayuda. - dijo con voz melodiosa.

miércoles, marzo 08, 2006

Capítulo 37 : Negreros

La goleta de dos mástiles y medio zozobraba continuamente, haciendo rechinar la tablas. Era así como el Rapsodia se quejaba de su mala suerte, como un perro fiel que llama a su amo. Pero ahora el capitán se hallaba más lejos de lo que debiera.
Tras el desembarco de Tim y su reducida cuadrilla, Edrik quedó al mando de la embarcación y pronto empezaron a rondar el puerto portugués en busca de pequeños pesqueros que saquear. La tripulación estaba ansiosa y el barco estaba en buenas condiciones, y ningún peligro solía entrañar este pillaje si se andaba atento a las nabes de la guardia. Lo que Mabo, de los gitanos, vio desde la gavia en el turno de guardia fue sin embargo otra cosa: Para sorpresa del contramaestre, otra goleta con bandera pirata.
A veces surgía aquí y allá algún código entre bucaneros, algo que era conveniente respetar y que les permitía poder sacar provecho de la buena convivencia entre los ladrones, siempre que fuera posible. Pero ahora nadie era de fiar. Al anochecer del día en que Cabeza de tiburón quedó en Lisboa, otearon otra goleta parecida, y aun en el más lejano horizonte les pareció ver un galeón de bandera roja. Bandera pirata.
Demasiados chacales, pensó Edrik, rondando carroña. O tal vez era justo lo contrario, por que al olor del buen manjar, los muchos pueden cercar una carne mayor. Y aunque no hubiera justicia en el reparto del botín, siempre era bueno hacerse un sitio en el ataque a una ciudad. En todo caso, pronto se les ofreció la oportunidad de ver qué podía ocurrir allí, cuando la primera de las goletas vistas, apenas más pequeña que la Rapsodia, se acercó y ellos se dejaron acercar.
El contramaestre dio órdenes claras: Armarse y quedar al acecho.
Cuando las dos nabes estubieron al alcance de la voz, un hombre alto y de ruda complexión apareció en cubierta. Era el capitán McCork, pero nadie podía saberlo.
--¡Tened a bien hacer parlamento entre miembros del mismo gremio!
--¿Qué necesitais y por qué tendríamos que tenerlo a bien? --preguntó cauto Edrik
--El escorbuto empieza a pesar en esta nabe, y no tenemos verdura ni hiervas para sanarlo. Aunque somos muchos y fuertes, andamos desesperados. Quede así respondida tu segunda prengunta.
--¿Habremos de daros lo que tenemos por vuestra amenaza?
--Ya pensé en eso, buen hombre, y sabed que nuestra bodega está cargada hasta el pantoque de algo que podríamos cambiar en Lisboa por nuestra medicina. Negros recios recien capturados.
--¿Y por qué no lo haceis?
--Porque para controlar a los negros habríamos de poner pie al menos veinte hombres en una ciudad en la que a todos nos conocen y nos buscan. Pero pensad que algunos podrían serviros haciendo el servicio que gusteis; e incluso dos saben hablar vuestra lengua. Y estad al tanto de otro factor: Si no estais dispuestos al trueque, no tendremos más remedio que coger lo que necesitamos por las malas. Ya sabe vuestra mercer cómo es el escorbuto.

Edrik guardó silencio el tiempo que creyó necesario para pensar. No era tiempo de batirse con nabes grandes si no era necesario.
En el Rapsodia, Garius guardaba aun una gran reserva de vegetales desde que partieran de Trewnio. No había problema por eso. En cambio, el precio pagado era moneda de difícil manejo: Por una parte, los esclavos podían aprender la navegación, e incluso muchos llegaban a tener grandes cargos en las nabes. Dejaban de ser esclavos negros para convertirse en iguales entre la tripulación, consiguiendo así la mejor vida que en ese tiempo pudiera considerarse.
La ironía era que la vida a bordo de un barco como aquellos solía ser peor que el mismo calabozo. Mientras en el calabozo te daban de comer, y se dormía más o menos a salvo, en un sitio como aquel todo era realmente incierto, y las comodidades eran desconocidas. Por eso mismo había que cavilar sabiamente los esclavos a bordo.
Esa era la otra parte: más bocas que alimentar, menos espacio para malvivir.
El maestre acabó aceptando, si bien la cantidad de esclavos y especias se vio reducida con dureza. Más del doble de cada cosa hubieran dado y recibido los desconocidos, regalando a sus cinco hombres más fornidos a cambio de la fruta más mustia que Garius guardara. Después, cada cuál siguió su camino. O pareció seguirlo, pese a que el capitán McCork siguiera al acecho.
No fue hasta el dia siguiente, mientras Cabeza de Tiburón preparaba la subasta en la ciudad portuguesa, cuando a bordo del Rapsodia empezaron a dejarse ver los problemas.

sábado, marzo 04, 2006

Capítulo 36: Origen

Lo cierto es que siempre fuimos "olvidados", gentes de aqui y alla que aparecían porque ya no podían estar en ningun sitio real, un autentico vertedero. Algunos decían que aquello era purgatorio o el infierno, ya que el paraiso estaba claro que no, allí se estaba para sufrir. La gente se agrupo e intentó sobrevivir, olvidando su raza, su dios sus identidades, allí aquelló era superficial. Entonces fue cuando aparecierón ellos. Dijerón que eramos "elegidos", que nuestro cometido allí era gobernar lo ancho y largo del mundo, que si nos levantabamos y lo seguimos recuperaríamos nuestras vidas obteniendo honor y gloria para nosotros. Se hacían llamar los lobos, icono que relucía en todoas sus insignias y galeones y al cual rendían el mayor de sus respetos.

Se llevaban a los niños dejando a los padres y demas adultos encargados de obtención de alimentos, metales y demas bienes. A los primeros los educaban en sus "artes" haciendo de ellos socios de sus oscuros planes, elevandolos como grandes guerreros, científicos, brujos, sabían explotar el máximo cualquier apititud de sus discípulos. A mí me llevarón con ellos hace mucho tiempo cuando solo tenía 5 años, 7 años despues que a mi hermana mayor. En los años venideros aprendí de diversas ciencias pero sobretodo a potenciar mi magia. No fuerón años felices, pues para los lobos la felicidad no era sino un sentimiento menor, pero fuerón años provechosos. Ayude a sin fin de actividades cuyo fin desconocía e hice todo lo que me pidierón, por aquel tiempo los lobos cegaban toda mi visión. Todo esto siguio así hasta que mi hermana escapó con una importante prisionera, huyó buscando libertad. En ese momento comprendí que era a lo más alto que podía escapar y más que compartir los sentimientos de libertad de mi hermana, yo sentí ambición. Cogí una de las guias hacia en el mundo exterior y me escape.

No tarde en volverme una influyente figura allí donde me asenté, mis habilidades eran poco conocidas y muy útiles y eficaces para aquellos que se las pueden permitir, cuando ya me creía libre me encontrarón, revelandome que todo lo que había hecho también habia sido bajo sus deseos. Con lo años venideros me convertí de nuevo en una agente de los lobos fuera de sus dominios, demasido cobarde para intentar hacer lo que hice en el pasado. Fue entonces cuando hoy hablar de tí, Tim y decidí que serías el avatar de mi venganza, te dí a conocer secretos y te lleva la guia por medio de tu hermano, sabía que si hombre como tu llegaba al mar Carmesí causaría grandes cambios, y como ya te habras dado cuenta una pequeña existencia como tu va hacer temblar los cimientos de ambos mundos.